jueves, 4 de junio de 2009

El derecho a ser idiota...

Luego de los acontecimientos socio-económicos que están sucediendo a nivel Global, me ha llamado la atención ciertas columnas escritas (en Harpers, por ejemplo), en la cual se denuncia y demoniza el rol que las Grandes Universidades han jugado en el desmadre económico actual. El argumento va direccionalmente a lo largo de éstas líneas "los luminarios de Wall-Street, en su mayoría egresados de universidades Ivy League, han destrozado décadas de crecimiento económico con sus acciones." El enunciado es cierto; se puede tomar una muestra de Gerentes de instituciones como AIG, GM, Bear Sterns, Santander, Citi... y vamos a ver una correlación fuerte entre decisiones destructivas y títulos universitarios "Ivy." Ahora bien, si caminamos suficiente por el camino de esta tésis, vamos a llegar a la invevitable conclusión que ataca el intelectualismo... algo en las líneas de:

"El más preparado intelectualmente lo rompió. Démosle las espaldas !"
Algunos sienten una especie de "desencanto con el intelectual" en este momento, es entendible, es peligroso, y puede ser catastróficamente equivocado pensar así.
Por mucho tiempo los bando ultra-conservadores han mantenido una aversión al intelectualismo; una permanente batalla contra la razón. Tienen razón? Qué pasa si removemos al intelectual, al preparado, al racional de la toma de decisiones? Sobre qué base se toman las riendas del futuro.
Respuesta:
Sobre la base de una intuición...
Sale Bernacke, entra Bush.
Cuando se quita al intelectual, y se le reemplaza con la antitésis del intelectualismo, el resultado es un ente que busca el fin a través de medios que no son totalmente entendidos. Esta persona se apoya en la fe, la cual se define cómo:
fe: creencia espontánea o aprendida, personal o circunstancial, que nace como consecuencia de la intuición, y que no es respaldada por la evidencia o la razón.
Nuestro anti-intelectual, ultra-conservador tomará decisiones viscerales, mal-pensadas, mal-habidas. Este individuo pavimentará el camino del mundo sobre creencias (personales), fantasías, clichés (si tenemos suerte), fundamentalismos religiosos, e ideas que nacen del caudal impaciente una mente fértil de ignorancia. Una mente que se rehusa a modificar su pensamiento ante las fauces de la evidencia... una mente que se apaga antes de ser encendida. Una mente que exuda, pero que jamás absorbe... una mente que no es muy distinta de una cloaca.
Entra Warren Harding. Entra McCarthy. Entra Wolf Blitzer.
Algunos me acusarán de elitista... es difícil de digerir esta acusación cuando el suscrito maneja un vehículo con 11 años de antiguedad, que se gana la vida por su trabajo honrado y constante. Si yo fuése un elitista, qué meritorio fuera el término (o qué derogatorio fuera para el verdadero elitista...)
Entonces, es preciso poner un alto a las ideas, ideas que corren peregrinas en el campo de nuestras mentes. Es preciso frenarlas, antes que hagan estragos en nuestra opinión. En éstos momentos, más que nunca, el intelectual bien preparado y bien informado debe estar al frente de la nave. El intelectual debe de tomar las decisiones, las cuáles deben ser bien estudiadas y entendidas. El intelectual tiene que liderar a aquéllos que lo nominan, a los que representan, para buscar la solución más aceptable ante los complejos problemas actuales. y pasados. y posibles futuros.
La anti-tésis intelectual, dicha de forma muy breve, es:
Las ideas tienen consecuencias. La falta de ideas también.

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